Como en muchos otros campos de la medicina, el trasplante capilar ha ido evolucionando al cabo de los años. Una de las mejores evoluciones ha sido la introducción del implanter.
El implanter, tiene aspecto de bolígrafo, y en él, l@s técnic@s en trasplante capilar, cargan (o enhebran) la unidad folicular, una a una, para realizar posteriormente su implantación en el cuero cabelludo, también una a una. Existen varios subtipos de implanters según su diámetro interno y según la marca comercial empleada, siendo los más usuales los de 0,64 mm, 0,8 mm y 1mm, que nos permiten cargar folículos de 1 pelo, 1-2 pelos, 3-4 (o más) pelos respectivamente.
La razón de mi preferencia en realizar el injerto capilar con implanter, en lugar de otras técnicas de implantación que también son válidas como las pinzas o los keep, se debe a que el implanter te permite ajustar el ángulo de crecimiento del pelo, así como la profundidad del bulbo piloso, de una forma muy precisa. Igualmente, con el implanter puedes ajustar perfectamente la distancia entre las unidades foliculares implantadas para dar al trasplante capilar la densidad folicular deseada. Aspectos básicos, el ángulo, la profundidad y la densidad, para conseguir un resultado natural y de calidad. No hay que olvidarse tampoco de la mínima lesión en la piel que se produce con el uso de los implanters permitiendo una rápida recuperación del cuero cabelludo y sin marcas visibles.
Cabe decir que la técnica de enhebrado del implanter requiere formación y práctica, y que es fundamental, por un lado, enhebrar el injerto sin dañarlo, y por otro lado, realizarlo de forma rápida y precisa. Solo de esta forma se consigue una rápida fase de implantación consiguiendo en nuestra clínica, implantar hasta 750 unidades foliculares/hora. Sin embargo, más que la velocidad de implantación, se busca calidad de implantación, que es lo que finalmente nos dará una mayor porcentaje de supervivencia folicular.